Rodrigo Verdugo Pizarro
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ENTRE LATITUDES

                         A Diana Camacho Briceño

Se saca el día la envoltura del espacio
Quedan encrucijadas, perfiles dibujados en las paredes
Tú y yo y nuestro préstamo de cenizas
Tú y yo que desentrañamos la noche.
Alguien hablaba de nacer o morir
Mientras dejábamos un solo murmullo en la formación de las agujas
Le dábamos su totalidad al ángel que se quemo los ojos con opio y con semen
Éramos los únicos que sabíamos que el centro de la tierra
Solo aparece al contacto de una boca.
A nuestro alrededor pasaban noches encargadas por las espinas
Se daban inagotables los remolinos convidados a los miembros
Una venganza de latidos aparentaban las olas.
Ahora lo que guardo de ti es un soplo que sobrevive en las costas
Siempre advienes con eso que le rapta la noche a la sangre
Pero no es lo único
La voz del cielo pasa por ti y sin volverse mineral
Te deja caer para mis hilos mortales.

 

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DIECISEISAVO ANUNCIO
 
Llegamos a la ciudad temible
donde los corderos se columpiaban en alambres
rondaban patrullas de lenguas, calvos ancianos de negras capas
era nuestro lugar de siempre, nuestro dormitorio estaba en un ascensor
luego de verificar cada rincón, de edificar ciertas alusiones
le prendimos velas al cadáver de la distancia
llegamos a acostarnos, a copular, alguien movió la palanca
y descendimos al subterráneo, las paredes eran distintas, estaban llenas
de repisas que a su vez estaban llenas de tubos de ensayos sucios y vacíos
por una rendija se oían gritos,
se veía la sombra de corderos columpiándose
la intermitencia de esas patrullas de lenguas
estaba en nuestras bocas y en tu vagina
de nuestro dormitorio, salían alusiones a la piedra y al agua,
llegaban a todos los rincones de la ciudad.
Vi todo lo tuyo y no eras más que la inocencia del relámpago sobre la cama
nada más que la gran oscuridad de un parque
ven te dije, ven oh pájaro antes que la altura sea estrangulada
ven a mi, dijiste porque después que nos amemos,
las nubes entenderán el desgarro .
Alguien movió la palanca, otra vez ascendimos
vistes todo lo mío, la gran oscuridad de un parque
y yo amordazado sobre la mesa uterina
vistes al que quería partir, como lo iban siguiendo esas olas
que eran los áureos carpinteros
como iban ofreciéndole verle desde todos los ángulos a la vez
para que así pudiese guardar memoria y extinción.
Vistes al que quería regresar, como las olas estallaban
y en el camino se encontraba con nidos inasibles, puertas y tatuajes
la gran oscuridad de un parque, memoria y extinción sobre la mesa uterina
mientras la sangre nos dimensionaba.
Llegamos a la ciudad temible, de prisa a nuestro lugar de siempre
llegamos a acostarnos, a copular, a ver todo lo nuestro,
esas alusiones que salían del mar
porque el mar era la víspera de nuestros cuerpos
y llegaba el turno de ellos,
quienes nos traían en bandejas esas cabezas de corderos
cabezas vertiginosas, por cierto,
prueben de esa sangre, se oía por las rendijas
porque cada vez que alguien lo hace el torbellino se persigna
prueben ponerle esa cabeza de cordero al cadáver de la distancia
mezclen esa sangre con la vuestra,
decían los calvos ancianos de negras capas
mientras se acciona de nuevo la palanca, cambian de nuevo las murallas
por las rendijas se oía como respiraba la neblina,
como si tuviera el resultado de piedras y de aguas,
ese que tienen nuestros cuerpos cuando duermen
sabréis oh hombre y mujer como regresar
tanto del ángel que araña el fondo del mar,
como de la inocencia del relámpago,
ah en definitiva de la gran oscuridad de un parque
sabréis como mover la palanca a vuestro favor o acaso
vuestros cuerpos no vuelven juntos,
justo cuando las grietas perdonan lo que pasa dentro de las nubes
y las alusiones rodean por los cuatro costados a la ciudad temible.
 
 
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DIESCISIETEAVO ANUNCIO
 
                                 A Ludwig Zeller 
 
Un anzuelo de labios para ir en busca de ese paraíso
que se extravió en el fuego
relacionarse como manchas con la muerte,
otros como golondrinas con la intemperie masacrada
las lámparas reciclan fantasmas, sin estar destinadas a eso
siempre cuando escribimos, estamos imitándolas
siempre con el mismo susurro como derrotero,
un susurro que aunque lo dejemos en la tierra o en el cielo,
no puede ser consumido por nada
pero que a cualquier precio seduce a las raíces durante las noches.
Yo comercio con escarabajos, aguas amnióticas, hipótesis,
porque vendrá el exterminio
y que pueden hacer algunos si no es tener una cruz de mañana,
cubrir de flúor el desfiladero
saber que el parpado vuelve inmemorial al ojo
y volver a buscar debajo de las piedras
que pueden si son arrojados por sus propios huesos,
cuando la seducción va saliendo de las cajas de niebla
y el animal alquímico sigue robando uñas,
y sigue incitando a las puertas, estrellas y piedras
a una fusión riesgosa.
Nos hemos comparado tanto con ellos, que los creemos como hermanos
seguimos comparando manos, acantilados, petrificaciones
con un estallido que nos trae de todas partes, sin que tengamos necesidad
de trazar una red o una ley para la sed de las horas,
es simplemente que nunca estaremos listos como la espuma para el secreto
ese es nuestro consuelo, ojala nunca lo sepan nuestros padres
porque no seguirían levantando la fortificación
por eso comparando hemos llegado a saber
que las confesiones de la noche son pájaros,
y cuando vuelve el día no están por ninguna parte,
aunque algunos busquen infructuosamente
en los armarios, en las casas de muñecas, en los ceniceros
y hasta dentro del propio ancestro
como si un desconocimiento se metiera dentro de todos los ojos
haciéndonos saber que lo que nunca seremos
abre puertas debajo de la tierra.
Nuestros padres se inclinan ante la piedra
que encierra la posibilidad de que seamos infinitos
piedra que luego será muro, oh primera piedra a la que llegaron
cuando venían del mar con un desastre de labios,
cuando no resistían la mordedura del paraíso con tablas fabulosas
pero ya en tierra firme, se frotaron las manos en la piedra
él hizo su inscripción de niebla en las semillas una y otra vez
le decía:
             "sea tu cabellera la que brote de la boca de la esfinge,
eso seria como aquel terremoto en el cementerio",
"Lo que advierten las estrellas esta en tus pechos, yo lo sé y lo grabo
porque se que cuando nos despidamos el fuego separara los mundos
pero ya en tierra firme ella se confeso
diciéndole:
                "nunca terminaras de conocer esa sal
que aparece en los agujeros ebrios,
hoy en día un llanto de meteoros mide los arrecifes, mide los martillos"
¿pero que es lo que él engendra, que es lo que ella guarda en su vientre?
si todo es pensamiento debajo del agua.
Comparamos manchas, vuelos, rotaciones, vasos, jamás lo hacemos de día
de día un umbral siempre pasa la lista, y siempre faltan algunos
andarán blasfemando contra el horizonte, o asexuando las anclas
tal es el dolor de ellos, que apadrinan acantilados
y no haya red ni ley que valga para ellos,
al volver la noche, solo encontramos una desnudez que destruye
reconstruimos con diamantes la boca que animalizó al viento y al fuego
como si fuera también un consuelo
ante tanto arrebato, ante tanto extravío.
 
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DIECIOCHOAVO ANUNCIO 
 
      "Yo baño caracoles fétidos, la muerte mientras tanto 
       camina lentamente" 
       (Armando Uribe) 
 
Oh esencia negra que cuelgas como vestido
algunos viajan hacia ti, nosotros te tomamos
para que nuestra sed sea un castigo para las aguas.
Algunos viajan hacia ti con naipes y muebles
nosotros te tomamos para calmar la serpiente de miles de bocas
que anda casa por casa, playa por playa,
vendiendo el disfraz de la cicatrización, bajo un sol de otoño.
Algunos levantan el vestido y encuentran manicomios submarinos.
nosotros aún mentimos,
les decimos a nuestras mujeres que irán con nosotros
pero solo a una le llegamos
a decir:
           "Te prometo que aunque las víboras destronen la lluvia,
tus filos seguirán cantando, aún bajo la luz de esa estrella
que no muere ni deja morir".
Sí mujer, la noche esta enterrada en tu lengua,
por eso es tan bella tu sed.
algunos antes de partir, cristalizan su hermandad,
me ponen un anzuelo maldito,
por eso amaneces con un feto de cera entre las piernas
y yo debo sacarlo los domingos, llevarlo a la rueda de la fortuna,
que de mil vueltas
que vea como los esqueletos gigantes se apoderan de los cementerios
no es verdad acaso que si los días tuvieran la originalidad de dios,
las piedras no nos habrían dejado escapar
estaríamos presos todavía, sostenidos por un ojo, sin saberlo,
pero ay no ponemos acaso espejos dentro de las cavernas
y los adornamos con guirnaldas
y detrás de nosotros siempre aparece aquel ojo,
al que le han puesto precio los demás ojos
y creemos que es nuestro hermano muerto, y nos sentimos culpables.
tanto como aquella vez que pusimos un feto de cera entre tus piernas,
y te masturbamos con él
entonces la sombra de un latido huracanado iba abriéndose camino,
iba extendiéndose como un paraguas bajo el que algunos se esconden
para ver a los ángeles enrollar las cavernas y guardarlas como
pertenencias propias.
Nadie dudaría que ojos y fuentes son validos para el viaje,
más válidos que cualquier otra pertenencia que se transparenta
al instante de partir
es que tanto ha ahondado en nosotros
que ya no sabemos cuando estamos debajo del mundo o no
con una sangre desértica que no cuenta ni con ojos, ni con fuentes,
a la hora de amar, al instante de partir, tú lo sabes, mujer
tantas bocas, pezones, piernas,
significan que la tormenta engrana las vidas
déjame andar con la mentira congelada en la frente
yo descoseré el vestido, antes que amanezca,
me ayudaran fetos de cera, hermanos muertos
el tejido sin querer ira formando otro vestido aún mas grande
nos debatiremos a muerte por ser el primero en levantarlo
y hay tantos que ya vienen en camino, y tantos que no pidieron viajar,
y tantos que disfrazan con algas su oxidación como muestra de catástrofe.
 
 
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DESPUÉS DE ESE DÍA
 
Cambiaron la ubicación de las cosas
sabían demasiado de una música de tierra para el viaje enemigo
El aura del mar levantándose, dejando atrás nuestros terribles ejes
la forma de mirarnos a los ojos, la forma de mirar a las piedras.
Sabían demasiado bien como unirse,
por eso recibieron el revés de las cosas
y se empezó gota por gota, nombre por nombre
mientras el mito se deshojaba a nuestros pies.
Sabían demasiado bien y no esperaron retratar a sus muertos
les bastó que el revés del mundo se levantara
contra los árboles y las aguas
contra las cosas, y las vidas, contra cualquier herida que no tuviese
un arrojo de estrella.
Lo sabían demasiado bien, apareando a las sílfides contaminadas,
saldando algo con ellas
poniendo plumas quemadas dentro de las almohadas, reanudando las capturas
para que así llegaran y se ubicaran gota por gota, nombre por nombre
como antes cuando las cosas no limitaban con los hombres
sino que el tiempo limitaba con la piedra, limitaba con la luz
y piedra y sangre por igual buscaban legitimar el rayo
mientras la belleza ahuecaba los mares
y al final Dios estaba esperándonos
con un ramo de accidentes en las manos. 



 
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